Explicar el comportamiento humano desde una perspectiva interactiva, funcional y contextual es el propósito de las terapias conocidas como de tercera generación.
Desde principios de los años noventa, emergieron en el campo de la psicología una serie de terapias y enfoques terapéuticos agrupados bajo la denominación de terapias de tercera generación (TTG). Previamente, las terapias de la primera generación se enfocaban principalmente en técnicas conductuales, y las de la segunda generación, en abordajes cognitivo-conductuales.
Este nuevo conjunto de terapias se fundamenta en un paradigma contextual, según el cual el comportamiento humano se entiende a través de aspectos funcionales, interactivos y contextuales. Este cambio teórico propone que los trastornos no residen intrínsecamente en la persona, sino más bien en las situaciones problemáticas que enfrenta. Las terapias de tercera generación buscan modificar el comportamiento del paciente adoptando un enfoque global y circunstancial.
La aceptación y la activación constituyen dos principios fundamentales de estas terapias. La aceptación busca que el individuo reconozca sus síntomas y malestares como parte normal de su experiencia de vida. Por su parte, la activación tiene como fin incentivar cambios conductuales que permitan alcanzar nuevas metas y situaciones más adaptativas.
Todo lo anterior junto con el papel del lenguaje en la generación y mantenimiento de trastornos son conceptos clave en las terapias de tercera generación. La formación ofrecida por la Carrera en Psicología, brinda a los profesionales las herramientas necesarias para aplicar eficazmente este conjunto de estrategias terapéuticas en el tratamiento de diversos trastornos.
A continuación, se detallan algunas de las terapias de tercera generación más empleadas y con mayor soporte científico.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es una de las más destacadas dentro de este ámbito. El papel del lenguaje es crucial, ya que se lo considera responsable del surgimiento de la mayoría de los problemas psicológicos. Las personas adoptan una serie de normas verbales que fomentan la evitación experiencial, lo que a su vez conduce a una rigidez psicológica.
Esta terapia se fundamenta en dos conceptos clave:
- La evitación experiencial, que tiende a perpetuar los trastornos psicológicos.
- Los valores personales, que sirven como pautas para la acción.
Este enfoque terapéutico cuenta con el apoyo de varios metaanálisis científicos y utiliza diversas técnicas, incluyendo el uso de paradojas, metáforas, entrenamiento en habilidades sociales y ejercicios prácticos.
Terapia Dialéctica Conductual (TDC)
Marsha M. Linehan desarrolló la Terapia Dialéctica Conductual (TDC) con el fin de tratar el trastorno límite de la personalidad. Esta terapia, que forma parte de las de tercera generación, pone especial énfasis en el desarrollo de habilidades sociales, relacionales y de conciencia. Las técnicas de mindfulness también juegan un rol crucial, proporcionando al paciente herramientas para mejorar sus relaciones interpersonales y manejar sus emociones de manera efectiva.
La terapia dialéctica conductual ha probado ser efectiva en el tratamiento de varios problemas, como la ansiedad, depresión, trastorno bipolar, TDAH y abuso de sustancias, así como en la gestión de diversas problemáticas infantiles.
Terapia Metacognitiva (TMC)
La Terapia Metacognitiva (TMC) se basa en la idea de que no son los contenidos de los pensamientos los que perpetúan los trastornos mentales, sino un patrón conocido como síndrome cognitivo atencional. Este síndrome involucra un ciclo repetitivo de pensamiento, comportamiento y atención que origina y mantiene los trastornos, complicando su tratamiento.
Mediante el uso de diversas técnicas, se busca que el paciente logre un control adecuado sobre sus procesos cognitivos. Su eficacia ha sido demostrada en el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo y depresión.
Terapia de Activación Conductual (AC)
La Terapia de Activación Conductual (AC) destaca por su eficacia en el tratamiento de la depresión. Su enfoque consiste en la realización de actividades que facilitan el contacto con refuerzos positivos, lo cual inicia un cambio conductual que contribuye a una mejora progresiva en los pensamientos, el ánimo y la calidad de vida del individuo.
Esta modalidad se clasifica dentro de las terapias de tercera generación e incorpora principios conductuales característicos de las terapias de primera generación
Terapia Analítico Funcional (FAP)
La premisa básica de esta terapia de tercera generación es que la conducta está influenciada por múltiples factores. Por ello, se centra en el análisis funcional de los patrones de comportamiento del paciente. El objetivo es ayudar al paciente a identificar conductas clínicamente relevantes, entender sus bases y encontrar alternativas más adaptativas.
La Terapia Analítico Funcional (FAP) se fundamenta en el conductismo radical, otorgando gran importancia a la relación terapéutica y la comunicación verbal. Es particularmente eficaz en la mejora de la autoestima, el tratamiento de trastornos relacionados con traumas y los trastornos de personalidad.