Las barreras de la comunicación son interferencias que, de no aplicar acciones correctivas para evitarlas, dificultan la llegada de un mensaje claro y correcto en un proceso comunicativo.
Si las barreras son obstáculos y la definición pura de comunicación es el proceso que implica la transmisión de un mensaje entre un emisor y un receptor, a través un determinado canal y un código común, entonces ¿a qué se refieren las barreras de la comunicación? En este post analizamos en qué consisten, qué tipos existen y cómo evitarlas.
¿Qué son las barreras de comunicación?
Sumando las dos definiciones anteriores se puede decir que las barreras de la comunicación son obstáculos que se interponen entre emisores y receptores, dificultando la comunicación o distorsionando un mensaje; algo comparable con lo que sucedía en el colegio cuando los niños jugaban al “teléfono descompuesto” y el mensaje original no era fluido y por ende llegaba distorsionado al receptor final.
Tipos de barreras de comunicación
Existen diferentes clases de obstáculos comunicativos, en función de qué aspecto se vea alterado; aunque, el denominador común es que todas perjudican a la correcta transmisión e interpretación del mensaje. Estos accidentes pueden ser de distinto tipo:
Barreras semánticas
Están relacionadas con el significado de las palabras; es decir, con el código usado para la comunicación, el cual puede variar entre emisores y receptores, lo cual se presta a que se produzca una interpretación errónea o se deforme el mensaje. Esta barrera está vinculada a las diferencias dialectales o idiomáticas. Algunos ejemplos de barreras semánticas son:
- Ambigüedad en el lenguaje por el uso uso de palabras o frases que tienen múltiples interpretaciones.
- Uso de jerga técnica o especializada.
- Diferencias culturales en el significado de las palabras.
- Uso de símbolos o metáforas no universales.
Barreras psicológicas
Tienen que ver con la situación psicológica del emisor o el receptor, condicionada por su estado emocional o su personalidad, lo que lo predisponen, de algún modo, a una forma de comunicación determinada. También está vinculada a la simpatía o rechazo hacia el receptor o emisor, o al mensaje que se transmite, deformado por diversos estados como miedo, frustración, alegría; o bien a que no se entiende lo que se dice o lee. Como ejemplos de barreras psicológicas, tenemos:
- Prejuicios y estereotipos.
- Resistencia al cambio.
- Falta de atención o distracciones.
- Diferencias de percepción.
Barreras fisiológicas
Las deficiencias fisiológicas del emisor o receptor, tanto por condiciones médicas (sordera, ceguera, mudez…) o enfermedades transitorias (resfriado, alergia, disfonía…), determinan el correcto funcionamiento de la comunicación, toda vez que restan claridad y fidelidad a un mensaje.
Barreras físicas
Están relacionadas, no con la persona, sino con el entorno en el que se encuentran las personas. Los obstáculos que impiden una correcta comunicación pueden ser ambientales o tecnológicos. Ejemplos de este tipo de barreras:
- Ruido ambiental.
- Barreras arquitectónicas.
- Mal funcionamiento de la tecnología.
- Condiciones de iluminación inadecuadas.
Barreras administrativas
Son menos comunes o fáciles de distinguir, pero tienen una gran importancia al estar relacionadas con la forma en la que se administra la comunicación; o, lo que es lo mismo, con los canales a través de los cuales se transmite el mensaje en un proceso comunicativo. Ejemplos claros serían:
- Jerarquías muy rígidas dentro de una estructura organizacional.
- Burocracia excesiva.
- Falta de canales de comunicación claros.
- Sobrecarga de información.
- Falta de feedback
¿Cómo evitar las barreras de comunicación?
Hasta este punto se ha hecho un repaso por las principales barreras que afectan el proceso de comunicación, pero ¿cómo podemos evitarlas?
Para evitar las barreras u obstáculos de la comunicación, es recomendable:
- Enviar mensajes claros, a través del uso de un código común a todos.
- Emplear expresiones que favorezcan la comunicación y dejar de lado las que la obstruyan.
- Establecer un equilibrio entre el lenguaje verbal y el no verbal.
- Ser empático y ponerse en el lugar del otro. Entender las perspectivas, los estados emocionales del remitente y sus necesidades proporciona un contexto más amplio y completo.
- Practicar la escucha activa. Al brindar una atención total y sincera a las palabras de quien te habla, logramos no solo entender el mensaje audible, sino también captar los sentimientos e ideas subyacentes.
- Valerse de la retroalimentación, para verificar que todos comprenden adecuadamente el mensaje, evitando monopolizar la comunicación.
- Procurar controlar las emociones, para que no intervengan en la comunicación y por ende distorsionen el mensaje.
- Cuidar el ambiente; es decir aspectos como la iluminación, el ruido ambiental.
- Adaptar el mensaje a la edad y al perfil a quien se vaya a comunicar.
Poder implementar una comunicación eficiente en la que no existan obstáculos o, que los que puedan aparecer sean mínimos y subsanables, requiere de conocimientos específicos que permitan implementar la escucha activa y crear mensajes específicos, que se adapten a los interlocutores y a sus circunstancias.
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