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Madre e hija cumplen el sueño de graduarse con UNIR al mismo tiempo

Buscaron decididamente unirse en el estudio de una maestría, disfrutarlo como una aventura, apoyarse en el esfuerzo y recoger los frutos del conocimiento que coronan hoy su éxito y satisfacción.

Han vivido con emoción el reciente Encuentro Internacional Alumni, celebrado el pasado mes de julio en Quito. Con la misma ilusión y orgullo recogieron su diploma que les acredita como graduadas en sus respectivas maestrías. Rossy en la Maestría en Derechos Humanos. Camila Belén en la Maestría en Arbitraje Internacional. Nada de particular, si no fuera porque por las venas de ambas corre la misma sangre. Porque madre e hija han cumplido el mismo sueño de convertirse en magister con UNIR, ojo, al mismo tiempo.

Una meta perseguida y alcanzada con éxito, marcada por el esfuerzo y la dedicación compartidos. No obstante, entre Rossy Peñafiel y Camila Belén Astudillo Peñafiel, sobre todo, ha existido una enorme complicidad. “Mientras mi mamá me aportaba su experiencia de años como jueza, yo le trataba de guiar por la plataforma y en el uso de las herramientas digitales para obtener máximo jugo a sus materias”, dice sonriente la más joven (26 años) del dúo. Un quid pro quo entre almas complementarias, para ayudarse constantemente y hacer del estudio “una aventura regalada a nosotras mismas”, como ellas reconocen.

Rumbo al conocimiento

En ese viaje en el mismo barco, rumbo hacia nuevos saberes, tuvieron siempre izada una bandera: la motivación. “A mis 50 años, estudiar codo con codo con mi hija fue un aliciente extra a lo que ya de por sí suponía de enriquecedor hacer una maestría con UNIR, adicional a mi carrera”, confiesa Rossy.

Los profesores nos ayudaban a introducirnos en el aprendizaje con buena metodología y fueron generosos en ofrecer sin límites sus conocimientos.  Camila Belén Astudillo Peñafiel

 

Ese estímulo no fue solo interno, también propiciado por los docentes. “Nos ayudaban a introducirnos en el aprendizaje con buena metodología y fueron generosos en ofrecer sin límites sus conocimientos. Disfruté de la abundante sapiencia jurídica que expertos, algunos árbitros, compartieron conmigo para poder elaborar mis trabajos”, enfatiza Camila Belén al recordar el comportamiento “más que de profesores, de amigos”.

Igualmente, su madre destaca el acompañamiento de los tutores, “muy encima por dar soluciones rápidas y eficaces a nuestras inquietudes y preferencias”. Así, valora de ellos aspectos en apariencia menores, pero que definen la labor significativa que desarrollan. “A pesar de que mi nombre en la cédula está escrito con ‘i’, con punto, mi tutor Hans se dirigía a mí como Rossy, con ‘y’, como me gusta identificarme”, manifiesta agradecida a quien, entre tantos nombres de alumnos, tenía esa deferencia particular.

Opción UNIR: la mejor

Acaso, esa idea de que en los pequeños detalles también se establece la diferencia, se comprendió a la perfección al matricularse con UNIR y entrar de lleno en su espíritu educativo, donde el alumno ocupa el centro. Tras pasar por sus aulas virtuales la opinión de las dos no deja duda: “Fue la mejor opción y estamos felices de haber acertado plenamente”.

Seducidas por “el dinamismo de las actividades que se realizan, el excelente material de estudio accesible desde la plataforma y la calidad del claustro”, resaltan también el nivel de exigencia. “Se me acumulaba el trabajo jurisdiccional y el estrés, porque se venían los exámenes y el TFM con directrices necesarias de cumplir”, dice Rossy.

Almas gemelas, Camila Belén y Rossy han triunfado juntas en la aventura del saber en UNIR. Almas gemelas, Camila Belén y Rossy han triunfado juntas en la aventura del saber en UNIR.

Aquella tensión la corrobora su hija a modo de anécdota. “Decidimos viajar desde Cuenca para hacer los exámenes de forma presencial en Quito. Nos cruzábamos en el pasillo al término de cada uno de ellos y antes de empezar el siguiente examen, era gracioso porque yo, inexperta frente a la profesional y jueza, debía animarla a que pensase que lo estaba haciendo bien. A decir verdad, ella me respaldaba en otras circunstancias donde cualquier alumno en un estudio de nivel, normalmente tiene cierta presión”, declara.

Trance vital en pleno proceso académico

Sin ese apoyo mutuo, probablemente todo hubiera sido diferente, sobre todo para Rossy. “La sospecha de un cáncer de la tiroides me llevó a la sala de operaciones donde me extrajeron carcinomas”. En ese período difícil se sentía decaída y admite que le costó sacar adelante un trabajo de fin de maestría que apenas en 48 intensas horas pudo abordarlo. “Por fortuna, la exposición de casos concretos, y su resolución, la hice con solvencia gracias a mi bagaje profesional. El enfoque del proyecto contenido en mi TFM, planteado desde una perspectiva de género, intergeneracional e intercultural, convenció a un jurado, por lo demás bastante exigente en mi nota”.

Los cierto es que ese trance vital le ha hecho valorar mucho más lo conseguido en un nuevo periodo académico en su vida. Encontró una relación especial con sus compañeros, conectados desde distintos países para hacer los trabajos grupales, éstos llevados con camaradería y comprensión a tenor de la situación de cada uno de ellos. “No solo suponía entregarlo, era involucrarse con el trabajo y tratar de ser flexibles con las circunstancias personales”. De sus compañeros aprovechó visiones distintas de las que pudo retroalimentarse para profundizar en el objeto de su interés buscado en su maestría: el sistema de protección de los derechos humanos desde organismos internacionales.

La Maestría requiere mucho sacrificio, pero no se compara con la satisfacción de haber cumplido con uno mismo y que todo ese esfuerzo acabe siendo finalmente un aporte a la sociedad. Camila Belén Astudillo Peñafiel

 

Como siempre, todo era compartido con su hija. “De la misma manera que ella me manifestaba su felicidad por el estudio, yo le transmitía lo mismo, lo novedoso que era mi Maestría en Arbitraje Internacional y sus métodos alternativos para la resolución de conflictos”, declara Camila Belén, para quien lo más importante es la voluntad a la hora de afrontar una maestría. “Ésta requiere sacrificio, recursos, responsabilidad, tiempo… pero no se compara con la satisfacción de haber cumplido con uno mismo y que todo ese esfuerzo acabe siendo finalmente un aporte a la sociedad”, comenta convencida.

Estudiar online sin prejuicios

Ambas egresadas han encontrado plena satisfacción en su aprendizaje “con el talento humano de UNIR”. Animan a otros a sacudirse prejuicios, “a dar un paso en línea” y a descubrir lecciones derivadas de la disciplina y la responsabilidad que requiere el estudio online. “Genera nuevos hábitos que inciden no solo en nuestro ámbito profesional, también en aquello que tiene que ver con los amigos, los hijos, con nuestras propias vidas”, señala Rossy.

El mensaje de UNIR no solo es el desarrollo de las competencias cognitivas, el saber hacer, el saber conocer, sino también el saber ser. Rossy Peñafiel 

 

La singladura les ha dejado una experiencia ya imborrable a madre e hija, uña y carne. Un tándem decidido a recorrer igual destino y “a tener los mismos sueños que nos motiven a ser buenas personas como profesionales”, como anhela Camila Belén. O como en esencia se resume en las palabras que escucharon con emoción ese día de ceremonia, en el que ataviadas con toga les aguardaba el momento de lanzar su birrete al aire como símbolo de victoria: “No solo es el desarrollo de las competencias cognitivas, el saber hacer, el saber conocer, sino también el saber SER, parte fundamental de la preparación de un profesional”.

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