Los objetivos de aprendizaje son los resultados que se espera que adquieran los estudiantes al finalizar una determinada etapa educativa. Para evaluar su correcta consecución deberán ser específicos y medibles.
Los objetivos de aprendizaje hacen referencia al conocimiento, las aptitudes y las competencias que deberá alcanzar un estudiante a la finalización de un plan vinculado a una materia, un curso, un programa formativo o una etapa educativa concreta.
La correcta formulación de los objetivos de aprendizaje es una parte fundamental a la hora de diseñar y desarrollar la programación ideada para la correcta enseñanza de una asignatura. En este sentido, la Maestría en Estimulación Temprana que ofrece UNIR Ecuador, con una metodología íntegramente online y reconocida por la SENESCYT, se centra en cómo mejorar la metodología docente adaptada a las necesidades planteadas por los estudiantes.
¿Qué son los objetivos de aprendizaje?
Con independencia de los diferentes modelos educativos entre los que se pueden decantar los profesores a la hora de enseñar un determinado conocimiento —desde el tradicional al flipped learning—, lo que es indiscutible es que su fin último estará asociado a la adquisición de unos objetivos de aprendizaje. Es decir, toda la programación diseñada por el docente en base al tipo de aprendizaje en el que fundamente sus clases deberá buscar que el estudiante adquiera una serie de conocimientos, competencias o aptitudes concretas a la finalización de la materia, el curso o la etapa educativa en la que se encuentre.
Diferencia entre los objetivos de aprendizaje específicos y generales
Al hablar de objetivos de aprendizaje siempre se debe hacer referencia a objetivos específicos y nunca a objetivos generales. El motivo es que mientras que un objetivo general está más relacionado con una meta aspiracional de adquisición de un conocimiento o aptitud genérica, el específico se centra en la consecución de una competencia concreta, en un periodo de tiempo determinado, en el que es posible evaluar el nivel de éxito alcanzado por el estudiante durante el proceso formativo.
Cómo establecer objetivos de aprendizaje claros y medibles
La identificación de cuáles son los objetivos de aprendizaje debe estar asociada al resultado que se busca obtener y el momento en el que el estudiante se encuentra dentro del proceso educativo. Estas fases fueron desarrolladas por el psicólogo y pedagogo estadounidense Benjamin Bloom que, en 1956, teorizó sobre los niveles que atraviesa una persona durante el tiempo que está adquiriendo las competencias, aptitudes y habilidades de una materia. En concreto, las etapas las clasificó en conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación.
Los objetivos según la taxonomía Bloom fueron posteriormente revisados por sus discípulos Anderson y Krathwohl (2001), quienes realizaron una pequeña adaptación de esos seis escalones que resumieron en: recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear.
Entre los ejemplos de objetivos de aprendizaje siguiendo la teoría de Bloom —tras aplicar el ajuste implementado por Anderson y Krathwohl—, que se pueden elaborar por un docente para una programación educativa de asignaturas del Bachillerato General Unificado (BGU) en Ecuador, estarían adquirir en Geografía la capacidad de ‘identificar los países que conforman América del Sur’ —que se correspondería con la etapa de recordar—, o en Historia poder ‘comparar la evolución que siguieron Ecuador y Argentina en la configuración de sus sistemas democráticos’ —una vez alcanzaran la fase de analizar—.
Cómo redactar objetivos de aprendizaje
Los objetivos de aprendizaje deben ser específicos, temporales, concretos y medibles para poder evaluar el nivel real de consecución que ha alcanzado el estudiante sobre el resultado final establecido. Tal y como explica la Dra. Déborah Martín R. en una lección magistral impartida en la UNIR, al enfrentarse a cómo redactar los objetivos del aprendizaje es importante comprender que deben ser formulados “siempre con un verbo de acción específico” —que puede ser conceptual, procedimental o actitudinal—, al que se sumará “un objeto de conocimiento”. Siguiendo esta línea, la profesora destaca diferentes tipos de verbos de acción específicos que se pueden encontrar según la categoría en la que se clasifiquen, recordando que:
- En los conceptuales se incluyen las acciones de “analizar, clasificar, comparar, describir” que “serían verbos que están relacionados con los conceptos teóricos, o de la materia o el contenido que estemos trabajando”.
- En el supuesto de los procedimentales, son los que dirigen su atención a “formular, programar o resolver” cuestiones “que tienen que ver con los procedimientos que se siguen”.
- Por último, los actitudinales se centran en “el ser, la actitud” y están relacionados con “respetar, tolerar, cuidar el material o rechazar a otros compañeros, o cooperar”.
Todo ello sin olvidar que en el momento de cómo plantear los objetivos de aprendizaje se deberá atender a la fase en la que se encuentra el estudiante con respecto al proceso formativo en cuestión.
Métodos para evaluar y modificar metas educativas en procesos de enseñanza
Los profesores siempre deben aspirar a desarrollar nuestras estrategias que ayuden a mejorar el aprendizaje de los alumnos. Por ello, será prioritario que los docentes periódicamente vayan realizando pequeñas pruebas de evaluación a los estudiantes para ir midiendo el nivel de adquisición de competencias, aptitudes y/o habilidades alcanzadas por cada uno de ellos.
Una estrategia que permitirá al profesor revisar los objetivos de aprendizaje marcados en el supuesto de que los resultados no estén siendo los indicados. Momento en el que deberá introducir pequeños ajustes, o incorporar nuevas metas en cada fase del proceso de enseñanza, con el fin de desarrollar una planificación educativa que garantice el dominio pleno de los conocimientos por parte de los estudiantes.