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Luis Dorado, alumno de UNIR y ejemplo de sacrificio hacia una meta: “Tuve que elegir entre comprar una vela para estudiar o cenar; esa noche no comí”

El alumno de la Maestría en Prevención en Riesgos Laborales de UNIR nos cuenta cómo con perseverancia, esfuerzo y algunos sacrificios logró convertirse en doctor y ser protagonista en la lucha contra el coronavirus.

Luis Dorado Sánchez

Cuando tenía 18 años, Luis Dorado Sánchez se mudó solo de Colombia a Ecuador para estudiar la carrera de medicina.  Él recuerda que una noche se fue la energía en todo el barrio y al siguiente día tenía un examen de biología.

Contó las monedas de su bolsillo y tenía lo justo para el pasaje del bus, para la hoja del examen y para comprar un huevo para la merienda. Decidió entonces usar los centavos del huevo para comprar una vela y poder estudiar. Esa noche no comió. Estuvo a punto de renunciar a todo y regresar a su país con su familia. Pero cuando al día siguiente sacó la mejor nota en el examen y le eligieron ayudante de cátedra, se dio cuenta de que todos los sacrificios tienen su recompensa. Decidió quedarse y terminar su carrera.

Este es el relato resumido que Dorado Sánchez realiza al recordar cómo supo que quería ser doctor y que superaría cualquier obstáculo que se le presente en el camino para lograrlo. Tenía claro que su labor en la vida era ayudar a las personas a través de la medicina.

Apenas con 29 años, ha sido reconocido por el Gobierno Nacional del Ecuador por su destacada labor en primera línea de batalla durante la pandemia del coronavirus en Guayaquil. Algo que también lo convirtió en acreedor de un reconocimiento dentro del programa UNIRalumni del mes.

El alumno de la Maestría en Prevención en Riesgos Laborales de UNIR nos cuenta cómo con perseverancia, esfuerzo y algunos sacrificios logró convertirse en doctor y ser protagonista en la lucha contra el coronavirus.

A temprana edad dejaste tu país para estudiar medicina ¿Qué tan difícil fue renunciar a la comodidad y al calor del hogar siendo tan joven? 

Muy difícil. Tuve que dejar Cali y a mi familia porque en Colombia resulta complicado conseguir un cupo en la universidad pública y no tenía las posibilidades de pagar una privada. Llegué a Guayaquil solo y tuve que buscar un lugar donde quedarme y hacer todos los papeles para ingresar a la universidad.

No sabía cocinar, lavar ni planchar, pero tuve que aprender a hacerlo. Al inicio tuve un shock cultural, muchas cosas eran distintas en Ecuador y extrañaba mucho a mi familia. Pero mi sueño sin duda era más grande que todo, además el apoyo de mis padres fue fundamental, quería que se sintieran orgullosos de mí.

¿Cómo fueron los años en la carrera de medicina?

Duros. Todas las personas que decidimos estudiar medicina sabemos que no será fácil. Casi el 99% de tu tiempo lo dedicas a estudiar y el 1% restante a descansar y comer para recuperar energía para seguir estudiando. Sin duda es una de las carreras más exigentes y está bien que lo sea, pues nos estamos formando para salvar vidas.

Fueron años en los que aprendí y crecí mucho a nivel profesional y personal. Apenas me gradué pensé en continuar mi formación, quería seguir preparándome para desempeñar un gran papel como doctor.

Decidiste continuar con tus estudios y elegiste la Maestría en Prevención de Riesgos Laborales de UNIR ¿En que se basó tu elección?

El personal médico y sanitario se enfrenta todos los días a virus, enfermedades y bacterias, mi interés por esta maestría surgió de la necesidad de buscar métodos que nos mantengan protegidos y nos permitan continuar trabajando para ayudar a los demás.

Y ahora pienso: enhorabuena que elegí este máster. Los conocimientos que adquirí fueron esenciales durante la pandemia del coronavirus. Junto a mis compañeros pusimos en marcha un plan de prevención de contagios y conseguimos tener una baja tasa de contagio del personal del hospital. Gracias a este programa, el Gobierno Nacional me entregó un reconocimiento por una gran labor durante la emergencia sanitaria.  

Sin duda fue una gran elección. Pero, ¿cómo logra un doctor compaginar su trabajo con los estudios?

¿Suena imposible no? Por suerte encontré a UNIR, una universidad con calidad europea y con metodología en línea. Yo empecé a estudiar en 2019 y defendí mi TFM durante la pandemia. Tuve que organizarme y sacar fuerzas de donde sea. Llegaba de las guardias en el hospital, descansaba un poco y me levantaba a estudiar y seguir las clases desde la casa.

Mi TFM fue sobre bioseguridad durante la pandemia. Me tomó tiempo hacerlo, pero pudo ser aplicado en el hospital en el que trabajaba y con mucho éxito.

¿Cómo viviste la pandemia desde la primera línea de batalla en el hospital en el que trabajas?

Fueron momentos difíciles que pusieron a prueba mi fuerza. Cuando empezó el pico de contagios en Guayaquil, llegaban alrededor de 100 a 150 personas diarias para ser atendidas. Muchos de ellos estaban muy graves y morían en su intento de encontrar una cama. Tuvimos que trabajar por más de 24 horas seguidas usando trajes de bioseguridad. No podía comer, ni siquiera tomar un vaso de agua porque eso implicaba sacarme las protecciones, algo que me ponía en riesgo y que me tomaba alrededor de una hora hacerlo.

Pero sin duda, lo más duro fue el sufrimiento de la gente que buscaba que los salvemos de un virus que los estaba matando: y el hecho de estar lejos de mi familia. Tuve que estar separado de mi esposa y de mis dos hijos por más de cuatro meses. Llegaba a la casa atormentado por los casos en el hospital y tenía que aguantar también la soledad.

¿Recuerdas algún caso sucedido en el hospital que te sacó lágrimas?

Recuerdo algunos. Pero el que más me marcó fue el caso de una señora de 34 años que padecía de cáncer terminal y había dado positivo a coronavirus. A la mujer la había abandonado su esposo cuando se enteró que estaba enferma y ella se quedó sola al cuidado de tres hijos pequeños. Vino al hospital en busca de una cama. Yo le dije que lamentablemente tenía que ser muy sincero con ella, y que tenía pocos días de vida. El cáncer había avanzado mucho y el coronavirus no ayudaba a su situación. Le sugerí que vaya a su casa y pase sus últimos días con sus hijos. Pero ella se negó, no quería que la vieran morir, no quería que se quedaran con ese triste recuerdo. Sin duda, sus palabras me conmovieron y la ingresamos, dos días después falleció.

¿Qué te ha enseñado la pandemia? 

A ser más humano. Antes de esto nos creíamos invencibles y andábamos por la vida sólo preocupados por cosas materiales y juzgando a los demás. Esto nos ha enseñado que somos frágiles, que cada persona lidera su propia batalla, y que hay cosas más importantes que lo material, como el ser buenos, ayudar a los demás y tener cerca a tus seres amados.

Personalmente creo que la vida es muy linda, pero también es de lucha constante.  Y estoy seguro de que saldremos de esto más fuertes que antes.

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