El diálogo es el final de todo un proceso de trabajo. Primero se han de crear los personajes y las tramas. La última fase consiste en hacer hablar a esos personajes.
-“Es que no lo entiendes, Osgood ¡Soy un hombre!”;
-“Bueno, nadie es perfecto.”
¿Quién no se acuerda de estas líneas de diálogo? Corresponden al final de Some like it hot (Billy Wilder, 1959) más conocida en España como Con faldas y a lo loco. Se trata de frases que se han convertido, por derecho propio, en historia del cine.
Esto lo que desea cualquier guionista: crear unos diálogos inolvidables, que el público recuerde con emoción o con sonrisa cada vez que acudan a su mente.
El diálogo es el final de todo un proceso de trabajo. Primero se han de crear personajes maravillosos y tramas bien estructuradas en las que la emoción fluya y crezca de forma continua. La última fase de todo, consiste en hacer hablar a esos personajes.
Todo esto y mucho más es lo que estudian los alumnos del Maestría en Guión de UNIR.
Un personaje puede mirar con amor a otro, pero hasta que no dice “te quiero”, no se despeja la posible ambigüedad de la mirada.
Estos contenidos forman parte de diversas asignaturas pero, sobre todo, se abordan en la escritura del proyecto personal que los alumnos llevan a cabo acompañados de un tutor profesional, en el segundo cuatrimestre del curso.
¿Para qué sirven los diálogos? ¿Qué funciones ocupan dentro de la escritura de un guion?
Una de las más importantes es la informativa. Un diálogo comunica todo aquello que no se transmite por medio de la imagen. Un personaje puede mirar con amor a otro, pero hasta que no dice en voz alta “te quiero”, no se despeja la posible ambigüedad de la mirada.
En cualquier caso, hay que tener cuidado: no hay que repetir lo que el espectador ya ve, se corre el peligro de ser redundante. La única excepción a esta regla está en la televisión. En los seriales de tarde, el diálogo es omnipresente. La razón de ello es que son productos que, en ocasiones, se escuchan más que se ven, no en vano tienen su origen en la radio, pero para el resto de productos, es conveniente no ser repetitivo.
Otra de las funciones del diálogo es la expositiva: a veces sirven para transmitir emociones, sentimientos y estados de ánimo. También sirven para hacer avanzar la acción y crear conflicto.
¿Y cómo conseguir todo esto? En la creación y escritura de diálogos no existen reglas rígidas ni mandamientos. Se trata de un terreno donde impera la creatividad. Aun así, hay algunas claves importantes que se pueden tener en cuenta:
Importancia del personaje
Cada personaje debe tener su voz, ha de ser único y reconocible. Mientras más conozcamos al personaje, mientras más profundo y complejo sea, mejores líneas de diálogo tendrá.
En la vida real, cada ser humano tiene una forma reconocible de hablar, tiene una serie de tics propios, de entonaciones y muletillas que le hacen especial y diferente.
El lenguaje también cambia en función de factores como el nivel cultural, o la procedencia. No habla igual una persona que viva y se haya criado en el centro de una ciudad, que aquella que provenga de un extrarradio depauperado o de una zona rural apartada.
Diálogos imprevisibles
Uno de los múltiples objetivos del diálogo es aportar verosimilitud al relato. En general, se intenta que aquello que los personajes dicen, suene real, que se parezca a la forma en la que las personas hablan de verdad.
A poco que nos fijemos, nos podemos dar cuenta de que, en las conversaciones reales, las personas no siguen discursos totalmente lógicos, que los cambios de tema son constantes, que hay una gran presencia de frases inacabadas o de elipsis en las que se expresa más con el silencio que con la voz.
Berlín de La Casa de Papel se ha hecho famoso, entre otras cosas, por sus largos monólogos.
Diálogos cortos
Una de las máximas del diálogo es que deben ser cortos. Cada vez que un diálogo pasa de las tres líneas, ya se considera que se excede en extensión. En general, se huye de los monólogos, de aquello que pueda resultar pesado y poco creíble.
Aquí añadimos que es una norma útil y sensata, pero que se puede romper. A veces, la genialidad parte del alejamiento de las convenciones. Por ejemplo, uno de los personajes más reconocibles de La Casa de Papel es Berlín y se ha hecho famoso, entre otras cosas, por sus largos monólogos.
Diálogos comprensibles… pero con excepciones
No hay una segunda oportunidad para una primera impresión. Los diálogos pasan con gran celeridad. Si no se entienden a la primera, no hay posibilidad de volver atrás para escucharlos.
Volvemos a repetir que, como norma, es conveniente seguirla, aunque hay diálogos muy enigmáticos en la historia del cine que, si se recuerdan, es precisamente por lo crípticos que son.
Finalmente se puede decir que, escribir diálogos es una labor apasionante, pero que necesita de práctica. Cuando se consigue que aquello que dicen los personajes funcione, que tenga verdad, ritmo y transmita más allá de lo que las propias palabras dicen, nos encontraremos con algo que traspasará las fronteras de la propia obra audiovisual.
Y como ejemplo de genialidad, acabemos con unas líneas de Cuando Harry encontró a Sally (Nora Ephron, 1989)
– Los matrimonios no se separan por infidelidad. Es sólo un síntoma de que otra cosa anda mal.
– ¿De verdad? Pues ese síntoma se está tirando a mi esposa.
Post escrito por el profesor de UNIR, Pedro Fuentes.